sábado, 15 de diciembre de 2012

El Norbert Elías de Jack Goody


Norbert Elias ha sido uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX, en Amsterdam existe una fundación que lleva su nombre, un centro del EHESS de París también lo lleva, así como diversas cátedras y seminarios de estudios en diversos centros de investigación y universidades. Sin duda se trata de uno de los pensadores más originales e influyentes en campos muy amplios de las ciencias sociales como antropología, sociología e historia, sin ir más lejos. Jack Goody, quien también reúne esas tres facetas y cuya labor investigadora se ha centrado en desmontar los tópicos eurocentristas dominantes, negando incluso la singularidad del "milagro europeo", aborda en su libro The theft of History (El robo de la Historia) la crítica a tres perspectivas académicas por desarrollar premisas analíticas pretendidamente universales pero lastradas de fuertes prejuicios culturales. Las tres corresponden, así mismo, a tres prominentes figuras de las ciencias sociales, Joseph Needham, Norbert Elías y Fernand Braudel.

En el primer caso se preocupa de la comparación entre los avances científicos chinos con los europeos. Siguiendo la estela de Needham cuestiona los logros del Renacimiento y la revolución científica pues su singularidad empalidece al compararlo con el desarrollo de Oriente. Es el primer “robo”, la memoria histórica global camina según el paso marcado por Occidente, son sus logros los únicos que cuentan, los otros se ignoran. Los otros dos “robos” que completan su análisis son la civilización de Elias y la globalización capitalista de Braudel. Este último, admirado por el autor, será objeto de una amable corrección y algún que otro tirón de orejas por sus tics eurocéntricos, si bien su saldo es positivo por sus aportaciones metodológicas. Caso bien distinto es el que representa Elias.
Goody considera que el empleo del término civilización tiene un componente etnocéntrico claro e indisimulado, su empleo denota una concepción del mundo muy diáfana pues comparte el espacio epistemológico de Huntington. Esto, lejos de ser un elogio es un dardo dirigido al centro mismo del sistema eliasiano pues debe traducirse como ejemplo de historiadores blancos occidentales masculinos y conservadores. Es decir, insensibles al otro, a la diversidad, al género y a las minorías.
No está mal como comienzo. El proceso de civilización, la obra capital de Norbert Elias queda así emplazada como un producto eurocéntrico que sólo sirve para exlicar Occidente siendo, por tanto, inválido como método. Goody incurre aquí en un vicio occidental, la consideración de que todo sistema debe ser universal, aplicable a todos los casos y circunstancias, lo cual manifiesta una concepción de las ciencias sociales muy ingenua y limitada. Evidentemente el sistema eliasiano no es aplicable al Japón Heian ni a la China Ming. 
Jack Goody

Pero si esto es inevitable, pues a ningún europeo no se le puede exigir que adopte patrones culturales que desconoce (es difícil ser chinocéntrico sin ser chino), Goody se escandaliza porque para Elias la única civilización de referencia es la occidental y además ésta difiere bastante de la idea común que poseemos, pues sitúa su origen después del feudalismo. Contra todo pronóstico todo lo que antecede al Renacimiento y el Humanismo es barbarie (según lo interpreta Goody).
Goody considera que esta doctrina está superada y que responde a un estadio arcaico de las ciencias sociales por lo que no deja de causarle asombro el enorme prestigio de El proceso de civilización en Francia, Alemania, Países Bajos e incluso Gran Bretaña donde la revista Figurations mantiene viva la llama al publcar trabajos que siguen o desarrollan la metodología eliasiana.
Desgranado el sistema de civilización enunciado, comienza con los presupuestos intelectuales de partida, Kant y su distinción entre lo civilizado y lo bárbaro, desde ahí va recorriendo una larga tradición intelectual alemana que separa civilización y cultura, la primera requiere un grado de sofisticación que conduce hacia la autoconciencia colectiva mientras que la segunda carece de ella.  La sociogénesis, donde Occidente se autodefine y adquiere identidad como colectividad. Pero lo más novedoso de Elias fue la introducción del psicoanálisis en la metodología de las ciencias sociales. La psicogénesis es la internalización de mecanismos de autocontrol en los individuos, esa internalización es civilizar, es decir, la civilización es el resultado del empleo de mecanismos que anulan la espontaneidad, es la erradicación del instinto su control o encauzamiento por medio del desarrollo de sentimientos de culpa, vergüenza, censura etc. Es el equivalente a la freudiana represión de la libido, lo cita literalmente al hablar del “inevitable antagonismo entre lo que demanda el instinto y las restricciones de la civilización” (El futuro de una ilusión). Goody denuncia estos componentes psicoanalíticos que Elias no siempre hace explícitos. Si bien en lo relativo al autocontrol no faltan referentes al psicoanálisis para fundamentar la psicogénesis, no podemos dejar de sonreir al leer que Elias no cita la fuerte influencia freudiana de su discurso cuando analiza las estructuras familiares de la sociedad del Antiguo Régimen y la identificación entre monarca y padre de familia. La figura paterna, tan importante en el universo freudiano, la idealización de un ser superior, protector y nutriente pero del que es preciso rebelarse para alcanzar la autorealización. En definitiva, el proceso de civilización no sería nada más que un traslado del enunciado psicológico al sociohistórico, un paralelo entre el desarrollo del individuo y el de la sociedad basado en tres elementos: 1) restricción y represión, 2) control y gestión del instinto y 3) el papel de la autoridad (identificación de la figura paterna con el soberano absoluto).
Ciertamente, si el psicoanálisis es una técnica que solo vale para el hombre occidental por lo que la psicogénesis es solo aplicable a Occidente. Además, el psicoanálisis ni es un método exacto ni universalmente válido y a Goody parece molestarle que historiadores franceses, británicos, holandeses y alemanes se interesen por semejante método.
Bien, la crítica de Goody es demasiado acre. En el caso de Elias su valoración es muy distinta a la de otros “robos” y otros autores objeto de análisis, como Needham o Braudel. Aquí está muy lejos de manifestar una mínima empatía y algo nos dice que detrás de la crítica al método hay una crítica a la persona, algo que va más allá de lo estrictamente científico. Una nota desvela el misterio. En los años sesenta del siglo XX ambos coincidieron en Ghana y trabajaron en la universidad de aquel país, a Goody le escandalizó el desinterés de Elias por los africanos, su poca empatía con el medio y su indisimulada impaciencia por salir de allí cuanto antes. Nos podemos imaginar al antropólogo inglés realizando pacientemente sus trabajos de campo, con las incomodidades de un medio precario, tratando de incorporarse a la rutina cotidiana de los grupos humanos que investigaba, sus esfuerzos para integrarse despojándose de sus prejuicios eurocéntricos. Podemos imaginarlo comiendo y bebiendo alimentos para los que su paladar no estaba acostumbrado, viviendo con las molestias de los insectos y las inclemencias del tiempo, en condiciones que exigían un duro sacrificio. Mientras hacía este sacrificio y se comportaba como un científico social disciplinado y exigente observaba irritado como Elias llamaba “trabajo de campo” a algo que estaba en las antípodas de su cosmovisión. Elias viajaba haciendo turismo por el país en un todoterreno con chófer y cocinero, residía en buenos hoteles, visitaba el país pero para disfrutarlo, desdeñaba sacrificarse y todo lo que necesitaba saber lo obtenía conversando con sus alumnos, su chófer, su cocinero o los empleados de los hoteles. Cuando por fin obtuvo un mejor empleo académico se fue sin mirar atrás y sin disimular que lo que le preocupaba era sólo la sociogénesis y la psicogénesis de la civilización occidental. Quizá ignorando que dejaba atrás a un ceñudo e irritado Jack Goody. 

Manuel Rivero

Norbert Elias




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